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No pero sí: perdedores, ganadores y oportunidades tras revocatoria

Publicado: 2013-03-21

Estos últimos días han sido extraños. El domingo en la tarde sentíamos la alegría de la victoria. A las 4:00 p.m. todos los conteos rápidos de las encuestadoras anunciaron que Villarán no sería revocada.

Con un enorme esfuerzo habíamos logramos que la opción NO pase de tener 39% de intención de voto a finales de febrero (Ipsos Apoyo), a obtener el 51.3% de los votos válidos en la consulta del 17 de marzo (ONPE).

Pero en la noche la sonrisa se desdibujó.

Las mismas encuestadoras daban la noticia de que se iban la mayoría de los regidores de FS (19 de 21) y se quedaban la mayoría de los del PPC (11 de 13). Este resultado lo ha ratificado la ONPE con el conteo al 100%, aunque aún con 45.65% de actas observadas (la mayoría de ellas por errores materiales, por lo que difícilmente habrá grandes sorpresas luego de que las analice el JEE).

En la semana anterior, en general, se vislumbraban dos escenarios: gana el SÍ o gana el NO. Así se plantearon las campañas: “40 veces…”. Las posibilidades mixtas habían sido advertidas por especialistas como Fernando Tuesta; sin embargo, no eran situaciones tan claramente distinguibles. Lo cierto es que se han dado los dos escenarios juntos.

Es un no pero sí. Se queda Villarán pero habrá elecciones a finales del año para reemplazar a los revocados. ¿Ganamos o perdimos? ¿Hay algo que celebrar?

Con los resultados oficiales obtenidos hasta el momento -que quizá podrían cambiar, como vimos- ensayemos un análisis sobre quiénes ganan, quiénes pierden y qué oportunidades se abren a futuro.

Los revocadores fueron derrotados. Un momento, ¿quiénes?

Como se ha argumentado antes, hay suficientes razones para decir que detrás de la campaña para revocar a la alcaldesa estaban Solidaridad Nacional (SN), el APRA y el fujimorismo. Pero sabían que no les convenía aparecer juntos en la foto. Nunca admitieron, pues, trabajar coordinadamente.

Marco Tulio Gutiérrez afirmaba que había varios apoyos espontáneos al SÍ y no una coordinación central desde el inicio.

SN expresó tímidamente que apoyaba el SÍ, pero no que lo impulsaba y negaron siempre algún tipo de protagonismo de Castañeda.

El fujimorismo, por su parte, afirmó que sus militantes eran libres de apoyar cualquier opción.

Era sólo el APRA el partido que apoyaba públicamente con toda su maquinaria y con sus voceros (como Mauricio Mulder y Nidia Vílchez).

Por ello mi impresión es que la derrota del SÍ no se transfiere directamente a estos partidos.

El que definitivamente sale perjudicado es Marco Tulio Gutiérrez, pero ese era su rol desde el inicio: concentrar todas las balas en su pecho.

Él no es una figura política y finalmente puede decir, como lo hizo, que inició esta campaña siguiendo un “clamor popular”, sin ningún interés personal. Por supuesto, nadie le cree. Pero él no piensa postular a nada. En unos meses nadie lo recordará.

Alan García y el APRA: ganan más de lo que pierden.

Respecto a la participación del APRA, algunos analistas como Nelson Manrique señalan que Alan García es uno de los principales perdedores. Sin embargo, ¿cuántos limeños asocian la campaña por el SÍ con Alan García?

Desde un inicio supo cubrirse al decir astutamente que esa era una lucha partidaria y que respetaba la decisión de su partido. Tras los resultados ha afirmado que su pelea no es Lima, sino la presidencia nacional. Su imagen pública no sufre ni un rasguño con esta derrota. Los que sabemos que él era uno de los impulsores somos pocos y ya lo desaprobábamos.

Por otro lado, si el interés de García era posicionar a su partido y a sus aliados en Lima para tener la ciudad a su favor en el 2016, lo ha logrado medianamente. No sacaron a Villarán. Esa carta falló. Pero durante la campaña los apristas han movilizado a su partido y han logrado que éste se reencuentre con parte importante de los limeños, algo que les resulta favorable sabiendo que Lima no es plaza fuerte del aprismo.

No olvidemos que el SÍ obtuvo 48.63% y que, además de la crítica a la ineficiencia, los impulsores posicionaron un discurso que oponía al pueblo contra la elite: el pueblo descontento contra la alcaldesa pituca.

Así, a pesar de ser neoliberales convictos y confesos en el gobierno y aliados del gran capital, han logrado revivir el viejo discurso popular aprista del tipo “pobres versus ricos”. Ellos saben que sin esa imagen no pueden ganar ninguna elección.

¿Y el fujimorismo? Bueno, ellos decidieron no mostrar un apoyo público desde el inicio y ante la derrota les resulta sencillo apartar el cuerpo, como lo señala Cecilia Chacón al decir que había fujimoristas del lado del SÍ y del lado del NO.

Luis Castañeda, ¿el principal perdedor?

Ahora bien, sin lugar a dudas, comparativamente el más golpeado es el ex alcalde Luis Castañeda Lossio.

Las evidencias de que él estaba detrás de la campaña del SÍ aunque lo negara, la forma en que exponía a su propio hijo a una revocatoria y el mensaje final de estar desesperado por regresar al municipio, fortalecen su imagen de una persona poco transparente, mentirosa, mafiosa. Además, el dinero invertido en todo el proceso no podrá recuperarlo como planeaba.

No obstante, habría que preguntarse qué tanto la imagen de Castañeda se deteriora en la percepción de los limeños que consideraban su gestión como una de las mejores de la historia de Lima. Es probable que sólo se fortalezca la oposición a Castañeda en los sectores que ya lo rechazaban.

Aún así, si sus intenciones son postular a la alcaldía de acá al 2014 los hechos de esta coyuntura pueden diluirse y salir de la memoria colectiva. Recordemos que ni el escándalo Comunicore golpeó como se esperaba en su momento, pues Castañeada tuvo alta intención de voto durante la campaña presidencial. Es más, el último audio donde habla mal de Marco Tulio puede ayudarle como “prueba” de que no eran aliados.

En líneas generales, esas fuerzas fueron derrotadas, sí, pero un excesivo triunfalismo que vea a la derrota del SÍ como la derrota de los nazis en la batalla de Normandía, como lo hace Fernando Villarán está fuera de lugar.

El APRA, el fujimorismo y SN siguen ahí, siguen teniendo presencia popular y su confluencia de intereses todavía pueden ocultarla. Si ellos son los enemigos, no hay ningún gran triunfo que celebrar.

Los ganadores: el PPC y la derecha orgánica. ¿Y la gestión?

Sin embargo, para el PPC sí se ha dado probablemente la mejor de las situaciones posibles. Lourdes Flores ha reaparecido en la escena política y lo ha hecho con una consigna de defensa de la institucionalidad y de la democracia, transmitiendo madurez política al concertar con su adversaria de antaño.

Para muchos el aura corrupta generada por su cercanía a Cataño (acusado de narcotráfico en la campaña del 2010) y su arranque infantil en los llamados “poto-audios” (donde decía “pueden meterse su alcaldía al poto”), han quedado en el olvido.

Asimismo, once de sus regidores se quedarán en el Consejo.

Esto quiere decir que la gestión de Villarán se verá obligada a acercarse más al PPC.

La alcaldesa necesita más que nunca que sus proyectos marchen y no se puede arriesgar a no contar con su apoyo. A pesar de que seguirán siendo minoría por unos meses más, es esperable que los pepecistas logren hacer que varios postulantes suyos sean elegidos a fines de año. FS ha perdido la inscripción y Villarán antes que apoyarse en Tierra y Libertad es muy probable que se apoye en ellos.

No sería nada extraño: los empresarios de la CONFIEP, PPK, PP y el PPC ya estaban con el NO y su discurso pro-inversión y pro-estabilidad / gobernabilidad fue una línea central en la campaña contra la revocatoria.

En suma, la gestión gana solo porque la alcaldesa no fue revocada, pero ese triunfo no pasa de ser un respiro, ya que antes que un respaldo a la gestión, los votantes han dado "una segunda oportunidad" y por estrecho margen. Además, su gestión, si bien mantendrá sus proyectos, en términos políticos se acercará más a la derecha.

La izquierda que pierde y la izquierda posible que gana

Si Villarán logra poner en marcha sus obras y reformas de manera eficiente y éstas tienen aceptación, la imagen que quedará y que el PPC ha comenzado a construir, es que la gestión fue “rescatada” por la derecha, que como se fue la izquierda “anti-minera y anti-inversión” –como califican a Tierra y Libertad y Patria Roja- y quedó esa centro-izquierda civilizada que acepta la inversión y el libre mercado, las cosas comenzaron a hacerse bien.

Dirán y dicen, paternalistas, triunfantes: “no hay que tenerle miedo a la izquierda, la podemos domesticar”. En ese aspecto, coincido con el análisis del sociólogo Jorge Meneses, que señala que quien pierde más es la izquierda.

Lo más triste de esta historia es que los sectores de izquierda que postularon con Villarán, que no la abandonaron a pesar de que FS los ninguneó y despreció más de una vez, que se la jugaron en la campaña por el NO presentando a su gestión como progresista, que fueron tan pragmáticos que enarbolaron argumentos conservadores como que las inversiones se irían con una revocatoria o que una revocatoria era muy cara, esos sectores que, en fin, hicieron todo lo posible para no ser vistos como radicales ni ideologizados, quedarán fuera de nuevo y con la etiqueta de comunistas anti-sistema. Por segunda vez, la gestión les dará la espalda.

Es cierto que ya estando dentro de la gestión difícilmente podrían haber hecho algo diferente y que nadie se esperaba que los resultados fueran de esas características, con un Consejo revocado a medias.

Pero esta situación final no podemos atribuirla sólo al azar.

Lo que sí nos muestra y que no es algo sólo episódico, es que nuestra izquierda antes que tener un proyecto propio y avanzar, sobrevive con proyectos ajenos. Y no siempre lo logra, como vemos.

Hay, pues, un problema de fondo que tiene que ver con la falta de identidad y de mirada de largo plazo, como ya he tenido ocasión de señalar.

No obstante, si bien la izquierda “representativa” pierde, la izquierda por construir, cuya existencia posible ha de surgir de la juventud, sí ha ganado una oportunidad.

En la acción diaria y sacrificada de salir a la calle a hablar con la gente, de acercarse a los sectores marginales de la ciudad, de hacer contacto con las organizaciones de base, muchos jóvenes se han re-encontrado con los sectores populares de Lima.

Han comenzado a hacer el trabajo político que debió hacerse hace mucho: disputarle bases a la derecha conservadora y populista.

Y con seguridad, sin ese tipo de acciones no hubiera ganado el NO. Es más, no hubiera ganado Villarán en el 2010, ni Humala en el 2011.

En esa labor de hormiga hemos conocido la utilidad de la organización y del trabajo de base. Hemos comprobado que los grandes sentidos comunes que los grupos de poder dominantes han hegemonizado no son tan fuertes como se creía, que pueden romperse con una conversación, con un mensaje sincero, estando ahí.

Esa experiencia se desperdiciaría si sacamos como conclusión de este proceso que el reto está en pensar en el 2014, que hay que fortalecer la alianza con el PPC o que la tarea debe ser sumarse todos a la gestión.

Continuemos el trabajo de base y miremos a largo plazo, con más razón si hemos notado en esta coyuntura que el ánimo anti-político está muy presente en la población, cansada de políticos corruptos y de oportunismo.

Como alguna vez escuché decir a una señora comerciante: “joven, a ustedes los están utilizando porque sean de izquierda o de derecha todos son iguales, solo quieren poder. Ojalá ustedes no caigan en lo mismo”.

Este escenario post-revocatoria es confuso pero a la vez nos evidencia que tenemos una oportunidad muy valiosa para construir una izquierda desde abajo y mirando más allá de las coyunturas.

Foto: TV Perú Noticias.


Escrito por

omarcavero

Licenciado en Sociología y Magíster en Economía. Docente en la PUCP. Militante del Movimiento Socialista Emancipación.


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Lo estamos pasando muy bien.

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